La sombra protectora

 

 La Villa y Corte de construye bajo la sombra de San Isidro. Su imagen parece que transforma el arado en una espada y la pica en una lanza. Como un guerrero que nos protege. 

¿Y de qué necesitamos que nos protejan? Somos señores de la técnica, del espacio y el tiempo. Nuestra Libertad no conoce límites. 
La sombra protectora de Isidro tiene las manos fijas en los instrumentos de trabajo. Pone la mano en el arado y no mira atrás. Transforma el campo en Pan, pero no se olvida de agradecer el milagro cotidiano de la mesa; abre surcos en la tierra árida, pero no se olvida de Aquel que puso la tierra en las manos del hombre.  
Los pies en el terruño y la mirada en el cielo, a medio camino entre lo corrupto y lo eterno

Y enfrente Santa María. Es extraño que Is ciudad tenga un matrimonio como patronos (y ya es hora de que el obispo empiece a pensar en promover a Santa María)


La esposa tiene el fuego del hogar, en la mano y el corazón. La batalla del arado se libra también con la acogida y la compañía. No son acciones simultáneas ni siquiera son paritarias. Son acciones corales, la única acción de cuidar de toda la creación. No solo de lo que ocurre dentro de los muros de la casa, también de lo que ocurre fuera. 

Son santos. Son perennnes Y su amor se recuerda siglos después son necesidad de dramas o de acciones épicas. Es el amor del cotidiano, del hoy y el mañana ya veremos. 
Es un matrimonio “en Dios” En Dios que crea, en Dios que cría, en Dios que conserva hasta la eternidad. Lo que Dios ha unido y que el hombre no puede separar. 


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