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Mostrando entradas de junio, 2010

A propósito de la homilía de ayer....

Echadle un ojo a TODA la homilía, porque más que hablar de purificación lo que subrayó fue el inmenso don que se recibe en el sacerdocio, la extrema necesidad de sacerdotes para la vida de la Iglesia y, como punto central, la dimensión "escatológica" del sacerdote: personas que viven con la mirada puesta en el Reino, y no sólo en estos reinos   Así se recupera la intuición de la carta a Diogneto, hombres para los que "toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña" o en Palabras de San Agustín: "Vais por el camino con todos los pueblos, y camináis cantando. Cantad los cantos de amor de vuestra patria, como cantan los viajeros, y la mayoría de las veces, cantan durante la noche." (En. Ps 66)   La vida del sacerdote es un canto de la patria en tierra extranjera. Y cuanto más aire de fracaso y perdición, de abandonado de la sociedad y marginal lleve el sacerdote, más rotundo y sonoro se hace su canto de la pat

Anima Christi

Es una oración arcana, en el sentido de antigua y de perenne.... que a mí me toca el corazón profundamente Anima Christi, sanctifica me. Corpus Christi, salva me. Sanguis Christi, inebria me. Aqua lateris Christi, lava me. Passio Christi, conforta me. O bone Jesu, exaudi me. Intra tua vulnera absconde me. Ne permittas me separari a te. Ab hoste maligno defende me. In hora mortis meae voca me. Et iube me venire ad te, Ut cum Sanctis tuis laudem te. In saecula saeculorum. Amen

Hacedlo en Memoria Mía

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Sé que el proyecto de este blog tenía que haber sido más presente durante el año sacerdotal.... Está por terminar y apenas hay aldo más de media docena de entradas. Aún así, emprendo de nuevo el camino con una reflexión sobre el misterio de hoy, el Corpus Christi, desde la intuición que ofrece la lectura de 1Cor 11,25 (hacedlo en recuerdo mío) y de Lc 9,13 (dadles vosotros de comer) Solemos celebrar en la Eucaristía el misterio de Dios que se hace presente en las sencillas formas del pan y del vino. Y recorremos las plazas de nuestras calles, con honores de Señor y Soberano (¡incluso con la escolta militar en ocasiones!) para subrayar nuestra fe en la presencia auténtica y real de Dios en las especies eurcarísticas. Y no hay duda de que sea así. Y la presencia y la unión que se produce cuando comemos del mismo Dios para hacernos más como el mismo Dios así nos lo presenta cada vez que lo hacemos en su memoria. Aún así, releyendo hoy los textos de la celebración me ha llamado pod