La Paz os dejo


Evangelio según san Juan 14, 27-31a
[Comentario]

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

– «La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. 
Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. 
Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado.” 
Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. 
Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.

Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el Príncipe del mundo; 
no es que él tenga poder sobre mi, 
pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, 
y que lo que el Padre me manda yo lo hago.»


Comentario
"Shallom" es la forma de saludo hebrea, es nuestro "Buenos días". Y resume el deseo de "todo lo bueno" que expresas a la persona con la que te encuentras. Pero desear esa "buena onda", esa "bendición" supone hacerse una imagen de cuál es esa bendición. Podemos estar deseando salud, o riqueza, o un trabajo estable, o afecto,....¿qué es lo que nos provoca esa "paz", esa "felicidad"?

No os saludo como os saluda el mundo. Porque el camino a esa "paz-felicidad" pasa por la entrega voluntaria y también total al Padre y a los hermanos, o quizás mejor, al Padre a través de los hermanos, o a los hermanos por causa del Padre. 

¡Claro que es fantástico ir al Padre! Pero el camino de la entrega no parece tan "fantástico". En un mundo gobernado por el éxito, por la satisfacción, por el triunfo.... parece el que camino hacia la felicidad esté precisamente en conseguir esas cosas que aseguran "la paz". 

Pero el camino de la auténtica Paz, el Camino a la casa del Padre, el camino de la felicidad es, precisamente, el camino de la entrega, de la pérdida,.... Cuando Jesús lo pierde todo, entonces lo gana todo....

Y quien organiza este mundo, el "gobernante" del mundo no puede entenderlo, no puede aceptar que perder sea ganar, ni que el extranjero y diferente sea propio, ni que yo sea también tú. El mundo no funciona así.

Sólo el que ha nacido del agua y de la sangre que brotan del crucificado, sólo el que ha recorrido el camino hasta la cruz y ha atravesado el velo de muerte puede ver la Paz verdadera.

No la Paz que da el mundo, sino la Paz del Resucitado, la Paz del Reino

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