Pensar y mirar como Dios

Domingo XXV del tiempo Ordinario
Is 55, 6-9; Sal 144; Flp 1, 20c-24. 27a; Mt 20, 1-16

Buscad al Señor....y hacedlo cuando se le ecuentra
Llamadle... pero hacedlo cuando está cerca.
Hay algo de enigmático en esta invitación a llamar y buscar a Álguien que está cerca o a quien ya hemos encontrado.

Una extrañeza semántica que prepara a entender la frase que sigue un poco mas adelante... "mis planes no son vuestros planes". Es como si Dios nos pusiera en guardia para que nuestra maravillosa inteligencia no nos despiste. Porque cuando observamos el mundo nuestra mente se siente invitada a comprenderlo y propone esquemas y categorías que iluminen la maravilla del cosmos...

Y nos parece que el malvado ha de morir y el injusto pagar por sus crímenes, nos parece que el mundo funcionaría mejor si la sangre limpiara la sangre, si se diera a cada uno lo que merece. Nuestra mente, nuestra inteligencia concibe y comprende un mundo así. Y tantas veces organiza una justicia así.

Pero los caminos de Dios son las vías celestes, y los nuestros son algo más polvorientos, y más bajos.... nos falta perspectiva. Desde nuestro punto de vista si a un día de trabajo le corresponde un jornal, a medio día le corresponde medio y a una hora apenas si le corresponde una pequeña propina.

"te pagaré que sea justo" dice el dueño de la viña cuando va a contratar jornaleros. "Lo justo"... Podría decirse que lo justo es lo legal, lo que está estipulado según una medida acordada por una sociedad que busca un equilibrio entre los intereses del patrón y del obrero y que decide lo que cada uno de los dos se merece. Y así, desde esta perspectiva humana nuestra podría pasarnos que llamaramos "justo" al hecho de que niños de 12 años trabajen en la mina sólo porque en el gobierno Boliviano apruebe una ley que lo legaliza, o llamamos "justo" al hecho de recortar trabajadores para no recortar demasiado los beneficios.

Esta es la medida humana... Pero los pensamientos de Dios son otros, el corazón de Dios es otro. El dueño de la viña sale a buscar a los jornaleros no sólo porque necesite trabajadores en la viña, sino porque los trabajadores necesitan el trabajo. Sólo así se explica que salga cinco veces.

Y cuando sale al final de la tarde y ve al grupo al que nadie ha contratado....¡les contrata! ¿Qué interés puede tener este empresario en contratar a quienes apenas tienen tiempo de producir? Y encima les paga un jornal completo. ¡Si que son distintos los pensamientos de Dios de los nuestros!

O quizás no lo sean tanto. Porque si lo pensamos bien, un trabajador necesitará un jornal para pagar su pan y el de sus hijos. Y lo necesitará tanto si trabaja como si no. Porque ni las facturas ni el hambra entienden de situación laboral. Un trabajador necesita trabajar. Y por eso el dueño de la viña, que es dueño también del trabajo y de los jornales escucha la necesidad del jornalero abandonado en la plaza.

Es parecido a lo que ocurría en la primera lectura cuando el malvado encontraba perdón porque "nuestro Dios es misericordioso", que en el castellano suena un poco a "tener el corazón inclinado hacia el necesitado" y que en el original hebreo habla de las entrañas maternas que se conmueven. Ante el pecador Dios escucha sus "entrañas maternas" que le recuerdan que es "uno de los suyos" y por eso se mueve al perdón.

Por eso el Reino de los cielos se parece a un hombre que posee una viña y que se conmueve cuando ve a trabajadores sin trabajo. Por eso da trabajo y por eso paga un jornal incluso a los últimos. Porque se deja guiar por las necesidades de los otros antes que por sus propios intereses.

Así es Dios con nosotros. Podemos buscarle, podemos esforzarnos en encontrarle y vivir "a la altura de los hijos de Dios". Podemos incluso fatigarnos para alcanzar a Dios, pero nuestro resultado puede ser el mismo que el de los jornaleros en mitad de la plaza... por mucho que griten y se esfuercen, si no les contratan no les contratan.

Podemos Buscar a Dios, pero la clave radica en que es Dios quien nos ha buscado a nosotros, se deja encontrar y está cerca de nosotros cuando le llamamos como decía el salmo.

Podemos estar agradecidos de haber conocido "la forma de pensar de Dios". Pero aún hay algo más. Conocer cómo piensa Dios nos permite conocer cómo es el Reinado de Dios. Pero además nos permite darnos cuenta de que en la parte más auténtica de nuestro corazón queremos que el Reino de Dios sea el reino donde vivimos nosotros, aquí y ahora. De alguna forma "pensamos como Dios", o al menos nos gustaría "pensar como Dios".

También nosotros queremos - y no sólo los cristianos, sino todos los hombrs - que haya pan en cada mesa y que cada hombre y mujer tenga un trabajo y un salario que le permita vivir como quiere. Lo queremos, porque sabemos que más allá de lo legal o lo non legal, es es hacer las cosas "como Dios manda".

Pues lo mejor es que vivir el Reino es algo bastante sencillo. Arreglar la situación laboral de España es algo que no se sí podremos hacerlo alguno de nosotros, pero vivir como se vive en el Reino, mirar como se mira en el Reino, eso sí es sencillo. Es la mirada del dueño de la viña, la misma mirada que Pablo presentaba en la carta a los Filipenses....Quiero estar con Cristo, que es lo mejor para mí, pero quedarme en esta vida es lo más necesario para vosotros.

Lo mío o lo vuestro. Así de sencillo. La mirada del dueño de la viña, la mirada del jornalero es la mirada de "lo tuyo antes que lo mío". Es la mirada de los esposos que comienzan a vivir juntos, la mirada de la madre que contempla a su hijo y la mirada del hijo que ve a su padre anciano, enfermo y moribundo... "lo tuyo antes que lo mío"

Hay otra forma de mirar, la mirada de envidia y decepción del jornalero de la parábola de hoy, que se ofende porque Dios sea bueno. Es la mirada que antepone lo mío a lo tuyo, la mirada que me hace amarme a mí mismo por encima de todas las cosas.

No será fácil arreglar la crisis laboral y humana, pero sí podemos decidir qué mirada queremos tener hoy. Podemos mirar amándonos a nosotros mismos sobre todas las cosas o podemos mirar amando como ama Dios.

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