Comenzar con retraso.... pero comenzar al fin

Este proyecto surgió como tantos como una impulsiva necesidad de comprometerme personalmente con el año sacerdotal que había convocado el Santo Padre, y por eso el día 18 de junio parecía un buen momento para comenzar.... y al final se ha ido alargando tanto que estamos a finales de verano y aún no he comenzado.

Así que con la maleta sobre la cama, el calzado en los pies, ceñida la cintura y si lo tuviera un bastón en la mano, como quien está de paso, empiezo a poner sobre la Red las impresiones de un cura bastante real.

¿Por qué un Diario? ¿por qué de un cura? ¿por qué virtual?

Podría decir que por pasar el tiempo, pero no es honesto. Es de un cura por cuestion del año sacerdotal, es virtual porque se sitúa sobre la Red, y porque además mi ministerio ha sido siempre en cierta medida algo ejercido de forma efímera, más bien peregrina en su sentido más original, anunciando la Palabra y celebrando los sacramentos en lugares distantes y distintos y cada vez más diversos, con la fortuna de que Dios me vaya llevando de tierra en tierra y tantas veces de casa en casa para llevarle a Él - como Palabra y como Signo - a personas en situaciones cada vez más diversas.

Y un Diario, por honor a uno de los libros que más me han iluminado o más bien conmovido en mi experiencia religiosa y sacerdotal, el "Diario de un cura Rural" de George Bernanos. Por ese motivo me pareció simpático hablar de un cura "virtual", porque hay algo de similar en el hombre de Dios que reside en los pequeños pueblos, con sus tradiciones hechas, con sus rudos habitantes cuarteados en la cara y en los corazones por años de trabajos, sudores, fatigas, sequías y carencias. Porque la gente de campo es de palabras breves y concisas, de ahorrar en esfuerzos y de experiencias más que de filosofías, de vivencia más que de teoría. Y el cura de campo no puede perderse en sermones largos y elaborados, teológicamente competentes, puesto que la audiencia no degusta las palabras elaboradas sino los gestos naturales y espontáneos.

Algo parecido ocurre en la Red, a donde acudimos buscando respuestas e informaciones precisas y concisas, y por tanto requiere de un arte para que la Palabra que arede en los huesos como fuego pueda ser "virtualizada" en lugar de encarnada, de forma expresiva.

La pobreza intrínseca en la Palabra predicada por un cura rural es similar a la pobreza del cura virtual, ambos carecen de estructuras que demuestren la fuerza de su decir, ambos hablan de temas poco urgentes, poco prácticos, quizás como todo lo fundametal o importante, siempre ahogado por lo urgente.

Así que este será por fin el comienzo del Diario de un Cura Virtual.

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