Servir a la Palabra
Evangelio según san Mateo 23, 1-12
[Comentario]
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo:
- «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen.
Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Comentario
La cátedra de Moisés es una forma de hablar de los Maestros de la Ley. Son los escribas, los que conocen la Torah porque dedican sus días y sus noches a comprenderla, a conocerla, a comentarla para actualizarla. En la Torah están todas las respuestas, dice una máxima rabínica. Es como una lámpara para el camino, que ilumina cada uno de los recodos. Los recodos son distintos cada vez, las situaciones de la vida no están todas contempladas en la Biblia, pero la Palabra de Dios ilumina cada uno de los pasos para indicar dónde está lo seguro y dónde lo que te hace tropezar.
Es una herramienta poderosa. Conocer la Escritura e interpretarla te permite hacer resonar hoy la Voz de Dios con la misma potencia y eficacia que resonaba en el Sinaí, o en nuestro caso cno la misma cercanía y compasión que la Palabra de Dios hecha hombre resonaba en las praderas de la baja Galilea.
Es una herramienta poderosa y por eso se convierte en un poderoso instrumento para el beneficio propio. Los maestros de la Ley eran invitados a los banquetes, porque tras las cenas tenía lugar el symposium, donde el invitado especial tomaba la palabra y enseñaba, y los maestros estaban ahí para eso, para enseñar. Se les llamaba Padre y Maestro (rabbí) porque su explicación de la Escitura hacía que la paternidad y la enseñanza de Dios pasara por ellos. Se les reconocía como Consejeros, porque ellos sabían iluminar desde la Palabra de Dios las dificultades de la vida.
Vestían con las filacterias largas y bonitas porque su tarea era ser ejemplo para el pueblo, y por eso se estiraban los flecos del manto, para que se viera bien que cumplían el mandato de llevar los nudos atados en el manto como recuerdo de la alianza. De hecho hoy los judios ortodoxos se sacan por debajo de la camisa esos flecos para que se va que cumplen con la Torah.
Así que hay un peligro del que no se puede escapar. Porque su tarea era ser ejemplo, ser referencia para que el resto no se despista. Pero al cumplir su tarea se habían dejado confundir poco a poco y se habían olvidado del pueblo para el que eran modelos. Porque un modelo sólo sirve si es modelo para alguien. Porque la Interpretar la Escritura sólo sirve si sirve para alguien.
Nosotros no somos "lectores de la Torah" sino que somos Hijos del Padre en el Espíritu. Somos evangelio viviente, encarnación de Cristo. Y por eso todos nosotros mostramos a los hombres de este mundo el camino hacia Dios y hacia el hombre; el camino del perdón, de la misericordia, de la providencia. Somos maestros en el Amor de Dios. Pero un maestro sólo lo es porque eneña a alguien, porque está al servicio de alguien. Un Maestro sirve a sus alumnos y sirve a la Educación... y si no sirve, pues no sirve.
Cuando terminé mi año de preparación para los estudios bíblicos, antes de superar el examen de ingreso, nuestro profesor de griego, el P. Swetnam, uno de esos santos hombres de Dios que había sido nuestro maestro y guía en la Escritura durante todo el año nos despidió diciendo:
"Ustedes serán Maestros de la Escritura..... pero nunca dejen de ser Discípulos de la Palabra"
Y en ello estamos....
[Comentario]
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo:
- «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen.
Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Comentario
La cátedra de Moisés es una forma de hablar de los Maestros de la Ley. Son los escribas, los que conocen la Torah porque dedican sus días y sus noches a comprenderla, a conocerla, a comentarla para actualizarla. En la Torah están todas las respuestas, dice una máxima rabínica. Es como una lámpara para el camino, que ilumina cada uno de los recodos. Los recodos son distintos cada vez, las situaciones de la vida no están todas contempladas en la Biblia, pero la Palabra de Dios ilumina cada uno de los pasos para indicar dónde está lo seguro y dónde lo que te hace tropezar.
Es una herramienta poderosa. Conocer la Escritura e interpretarla te permite hacer resonar hoy la Voz de Dios con la misma potencia y eficacia que resonaba en el Sinaí, o en nuestro caso cno la misma cercanía y compasión que la Palabra de Dios hecha hombre resonaba en las praderas de la baja Galilea.
Es una herramienta poderosa y por eso se convierte en un poderoso instrumento para el beneficio propio. Los maestros de la Ley eran invitados a los banquetes, porque tras las cenas tenía lugar el symposium, donde el invitado especial tomaba la palabra y enseñaba, y los maestros estaban ahí para eso, para enseñar. Se les llamaba Padre y Maestro (rabbí) porque su explicación de la Escitura hacía que la paternidad y la enseñanza de Dios pasara por ellos. Se les reconocía como Consejeros, porque ellos sabían iluminar desde la Palabra de Dios las dificultades de la vida.
Vestían con las filacterias largas y bonitas porque su tarea era ser ejemplo para el pueblo, y por eso se estiraban los flecos del manto, para que se viera bien que cumplían el mandato de llevar los nudos atados en el manto como recuerdo de la alianza. De hecho hoy los judios ortodoxos se sacan por debajo de la camisa esos flecos para que se va que cumplen con la Torah.
Así que hay un peligro del que no se puede escapar. Porque su tarea era ser ejemplo, ser referencia para que el resto no se despista. Pero al cumplir su tarea se habían dejado confundir poco a poco y se habían olvidado del pueblo para el que eran modelos. Porque un modelo sólo sirve si es modelo para alguien. Porque la Interpretar la Escritura sólo sirve si sirve para alguien.
Nosotros no somos "lectores de la Torah" sino que somos Hijos del Padre en el Espíritu. Somos evangelio viviente, encarnación de Cristo. Y por eso todos nosotros mostramos a los hombres de este mundo el camino hacia Dios y hacia el hombre; el camino del perdón, de la misericordia, de la providencia. Somos maestros en el Amor de Dios. Pero un maestro sólo lo es porque eneña a alguien, porque está al servicio de alguien. Un Maestro sirve a sus alumnos y sirve a la Educación... y si no sirve, pues no sirve.
Cuando terminé mi año de preparación para los estudios bíblicos, antes de superar el examen de ingreso, nuestro profesor de griego, el P. Swetnam, uno de esos santos hombres de Dios que había sido nuestro maestro y guía en la Escritura durante todo el año nos despidió diciendo:
"Ustedes serán Maestros de la Escritura..... pero nunca dejen de ser Discípulos de la Palabra"
Y en ello estamos....
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