Atar y Desatar
Evangelio según san Mateo 18,13-20
[Comentario]
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si tu hermano peca, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.
En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos.
Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
Comentario
La imagen de la humanidad atada, encadenada quizás a sus fragilidades, a sus errores y al pecado, tanto persona como comunitario, puede ser una imagen que describa parte de la fatiga de ser hombre. Y tiene como respuesta la imagen del Dios liberador, del Dios que rompe las ataduras de la servidumbre en Egipto y las ataduras de la servidumbre al pecado y a la mediocridad. Cristo rompe con su muerte lo que nos ataba a la muerte.
Cristo establece una nueva atadura, un vínculo con Él y la comunidad. Un vínculo que se somete a la libertad del hombre, que se deja retorcer y forzar. Un vínculo que se custodia y se protege o se desprecia y se abandona... Y qué fácil y a veces cómodo, puede resultar desligar de este vínculo a los que se nos hacen incómodos. Casi parece justificado romper este vínculo con aquellos que no nos respetan, los que nos han hecho daño, los que han pecado contra nosotros.
El evangelio de Mateo presenta el camino menos cómodo: el ofendido se fatiga para recuperar al ofensor. Hay un esfuerzo por recuperar el vínculo que se ha perdido, un trabajo para sanar la herida que tú me has hecho. ¿Imagináis cómo viviríamos la amistad así? ¿Y las relaciones familiares?... Si tu hermano ha pecado contra ti.. ayúdale a recapacitar para volver a casa.
El respeto que Dios tiene al don de la libertad es tan grande que los cielos se someten a nuestra decisión. De un modo fascinante y terrible Mateo deja en nuestra manos la vida y la muerte, la libertad y la condena. Lo que vosotros atéis o desatéis ahí queda.
[Comentario]
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si tu hermano peca, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.
En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos.
Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
La imagen de la humanidad atada, encadenada quizás a sus fragilidades, a sus errores y al pecado, tanto persona como comunitario, puede ser una imagen que describa parte de la fatiga de ser hombre. Y tiene como respuesta la imagen del Dios liberador, del Dios que rompe las ataduras de la servidumbre en Egipto y las ataduras de la servidumbre al pecado y a la mediocridad. Cristo rompe con su muerte lo que nos ataba a la muerte.
Cristo establece una nueva atadura, un vínculo con Él y la comunidad. Un vínculo que se somete a la libertad del hombre, que se deja retorcer y forzar. Un vínculo que se custodia y se protege o se desprecia y se abandona... Y qué fácil y a veces cómodo, puede resultar desligar de este vínculo a los que se nos hacen incómodos. Casi parece justificado romper este vínculo con aquellos que no nos respetan, los que nos han hecho daño, los que han pecado contra nosotros.
El evangelio de Mateo presenta el camino menos cómodo: el ofendido se fatiga para recuperar al ofensor. Hay un esfuerzo por recuperar el vínculo que se ha perdido, un trabajo para sanar la herida que tú me has hecho. ¿Imagináis cómo viviríamos la amistad así? ¿Y las relaciones familiares?... Si tu hermano ha pecado contra ti.. ayúdale a recapacitar para volver a casa.
El respeto que Dios tiene al don de la libertad es tan grande que los cielos se someten a nuestra decisión. De un modo fascinante y terrible Mateo deja en nuestra manos la vida y la muerte, la libertad y la condena. Lo que vosotros atéis o desatéis ahí queda.
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