Los que han sido lamados....(Domingo II T.O)
La carta a los Corintios, que se comienza a leer este domingo, define a los cristianos con tres características: son Iglesia de Dios, son Consagrados por Cristo y son "los santos que han sido llamados". Quizás de los tres títulos nos sintamos más cómodos con el primero.... y se nos hagan extraños los dos siguientes. Tal vez sea porque "ser Iglesia" nos parece que es algo que está dentro de nuestras capacidades, a fin de cuentas, hemos sido nosotros los que hemos elegido voluntariamente acercarnos al templo para la celebración, nosotros hemos decidido libremente comprometernos con la vida del evangelio. Se nos queda un poco grande el título de "consagrados" y mucho más el de "santos". No da la impresión que un "buen servidor de Dios" lo es porque cumple con creces las expectativas que Dios pone sobre él o sobre ella.
Y sin embargo el texto de Isaías 49 deja claro que el "siervo" del que Dios se siente orgulloso lo es antes de hacer nada. De hecho es ya desde el seno materno que es siervo. Algo parecido ocurre en la lectura del evangelio de Juan: El Espíritu baja y se posa sobre Aquel a quien Dios ha escogido, antes incluso de que Jesús haga nada para merecerlo o ni tan siquiera para dar fundadas pruebas de que ese Espíritu no se va a desperdiciar.
El punto de partida, la iniciativa para establecer una relación con Dios no parte del hombre, sino de Dios. Su decisión libre de amarnos y de entrar en comunión con nosotros, aún más, de compartir su propia vida con nosotros, es una decisión anterior incluso a nuestras posibilidades. Podríamos decir que es una decisión tomada de forma unilateral.
Por eso Pablo utiliza el termino "llamados", que en griego se dice kaleo, y es una raíz que está también en el origen de la palabra ekklesia - iglesia. Nosotros no somos "los que hemos venido", sino "los que hemos sido llamados". En algunos casos llamados cuando éramos aún unos niños, en otros casos llamados a través de los extraños caminos de la vida. Nos han llamado y aquí estamos.
¿Y para que nos han llamado? Para un proyecto tremendamente ambicioso: Iluminar a todas las gentes. La vida de Jesús así lo hizo, y tras su resurrección su presencia lo ha hecho; igual que desde entonces muchos otros han "iluminado" el mundo como nuevas lámparas en la noche de un mundo de hombres a veces demasiado oscuro y demasiado triste. Iluminar el mundo con la luz del Amor, del Amor de Dios. La vida de lo que hemos sido llamados es simplemente repetir la vida de Cristo: haciendo presente el amor de Dios en el mundo.
La iniciativa ha sido de Dios, la respuesta, por su gracia, ha sido nuestra, como decíamos en el salmo:Aquí estoy, para hacer tu voluntad. ¿y cuál es esa voluntad de Dios? Que todos caminen en la luz, que todos vivan en la alegría, que todos experimenten el amor... que su Salvación llegue hasta el confín de la tierra.
Y sin embargo el texto de Isaías 49 deja claro que el "siervo" del que Dios se siente orgulloso lo es antes de hacer nada. De hecho es ya desde el seno materno que es siervo. Algo parecido ocurre en la lectura del evangelio de Juan: El Espíritu baja y se posa sobre Aquel a quien Dios ha escogido, antes incluso de que Jesús haga nada para merecerlo o ni tan siquiera para dar fundadas pruebas de que ese Espíritu no se va a desperdiciar.
El punto de partida, la iniciativa para establecer una relación con Dios no parte del hombre, sino de Dios. Su decisión libre de amarnos y de entrar en comunión con nosotros, aún más, de compartir su propia vida con nosotros, es una decisión anterior incluso a nuestras posibilidades. Podríamos decir que es una decisión tomada de forma unilateral.
Por eso Pablo utiliza el termino "llamados", que en griego se dice kaleo, y es una raíz que está también en el origen de la palabra ekklesia - iglesia. Nosotros no somos "los que hemos venido", sino "los que hemos sido llamados". En algunos casos llamados cuando éramos aún unos niños, en otros casos llamados a través de los extraños caminos de la vida. Nos han llamado y aquí estamos.
¿Y para que nos han llamado? Para un proyecto tremendamente ambicioso: Iluminar a todas las gentes. La vida de Jesús así lo hizo, y tras su resurrección su presencia lo ha hecho; igual que desde entonces muchos otros han "iluminado" el mundo como nuevas lámparas en la noche de un mundo de hombres a veces demasiado oscuro y demasiado triste. Iluminar el mundo con la luz del Amor, del Amor de Dios. La vida de lo que hemos sido llamados es simplemente repetir la vida de Cristo: haciendo presente el amor de Dios en el mundo.
La iniciativa ha sido de Dios, la respuesta, por su gracia, ha sido nuestra, como decíamos en el salmo:Aquí estoy, para hacer tu voluntad. ¿y cuál es esa voluntad de Dios? Que todos caminen en la luz, que todos vivan en la alegría, que todos experimenten el amor... que su Salvación llegue hasta el confín de la tierra.
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