A la espera de la llegada del obispo de Roma

En las vísperas de la peregrinación del Papa Benedicto, me doy cuenta de que es un hombre que no deja indiferente. Más bien esta semana se ha mostrado que la Iglesia no deja indiferente. Y se nos presenta una imagen distorsionada y caricaturizada en los mismos medios de comunicación que albergan propuestas éticas de dudosa aceptación en sociedades civilizadas, que propugnan el grito como herramienta de diálogo, la imaginación como fuente de información.

¿Y si alguien tuviera de verdad una clave para interpretar la vida de los hombres y su sociedad, incluida la cara más amarga y deshumanizada? Si esta clave existiera y alguien la hubiera encontrado, entonces caminaría para reafirmarla y testimoniarla. Y llegaría al fin del mundo como un peregrino más.... Así hace el teólogo y pastor, el hombre de Dios que sus padres llamaron Joseph y su Iglesia le pidió que fuera Benedicto.

Y viene a caminar con nosotros para recordarnos que Cristo y todo lo que procede de él es la única riqueza que explica y sacia el ansia de lógica del corazón del hombre y la mujer, de antes y de hoy.

Un peregrino entre peregrinos, un siervo de Dios entre siervos de Dios.

Lo demás, las masas y los saludos y las pantallas y los presidentes..... es secundario

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