Hacedlo en Memoria Mía
Sé que el proyecto de este blog tenía que haber sido más presente durante el año sacerdotal.... Está por terminar y apenas hay aldo más de media docena de entradas.
Aún así, emprendo de nuevo el camino con una reflexión sobre el misterio de hoy, el Corpus Christi, desde la intuición que ofrece la lectura de 1Cor 11,25 (hacedlo en recuerdo mío) y de Lc 9,13 (dadles vosotros de comer)
Solemos celebrar en la Eucaristía el misterio de Dios que se hace presente en las sencillas formas del pan y del vino. Y recorremos las plazas de nuestras calles, con honores de Señor y Soberano (¡incluso con la escolta militar en ocasiones!) para subrayar nuestra fe en la presencia auténtica y real de Dios en las especies eurcarísticas.
Y no hay duda de que sea así. Y la presencia y la unión que se produce cuando comemos del mismo Dios para hacernos más como el mismo Dios así nos lo presenta cada vez que lo hacemos en su memoria.
Aún así, releyendo hoy los textos de la celebración me ha llamado poderosamente la atención que tanto la memoria que hace San Pablo en la carta a los Corintios como la indicación de Lucas no se refiere a algo que se recibe, sino fundamentalmente a algo que se da. Y no sólo algo que da Jesús sino algo que dan los discícpulos.
Así, la Eucaristía, es algo que recibimos pero al mismo tiempo es algo que damos. "Haced esto" y no "recibid esto" "agradeced esto" en mi recuerdo. Recordadme haciendo lo que yo hago. Tomando el pan, quebrándolo porque así se quiebre nuestro cuerpo, y lo mismo con el vino, derramándolo como se derrama nuestra vida por la salvación de muchos.
De esta forma, la eucaristía que se hace por nosotros, en nuestro beneficio, también a través nuestro se seguirá haciendo, por nosotros, por medio nuestro, para que el mundo crea, tenga vida, para que el ansia de Dios, que puede expresarse como ansia de felicidad, de justicia, de misericordia, de compañía, de amor.... en cualquier forma una inquietud profunda del corazón humano, este ansia venga saciada.
Y quizás tan sólo con cinco panes.... no porque abunde la misericordia de Dios, sino porque abunda el gesto repetido. Y así, día a día, año a año, el Señor sigue presente cada vez que alguien quiebra el pan y la vida por vosotros y por todos los hombres.
"Sed lo que veis, recibid lo que sois" (S. Agustín, Serm 272)
Aún así, emprendo de nuevo el camino con una reflexión sobre el misterio de hoy, el Corpus Christi, desde la intuición que ofrece la lectura de 1Cor 11,25 (hacedlo en recuerdo mío) y de Lc 9,13 (dadles vosotros de comer)
Solemos celebrar en la Eucaristía el misterio de Dios que se hace presente en las sencillas formas del pan y del vino. Y recorremos las plazas de nuestras calles, con honores de Señor y Soberano (¡incluso con la escolta militar en ocasiones!) para subrayar nuestra fe en la presencia auténtica y real de Dios en las especies eurcarísticas.
Y no hay duda de que sea así. Y la presencia y la unión que se produce cuando comemos del mismo Dios para hacernos más como el mismo Dios así nos lo presenta cada vez que lo hacemos en su memoria.
Aún así, releyendo hoy los textos de la celebración me ha llamado poderosamente la atención que tanto la memoria que hace San Pablo en la carta a los Corintios como la indicación de Lucas no se refiere a algo que se recibe, sino fundamentalmente a algo que se da. Y no sólo algo que da Jesús sino algo que dan los discícpulos.
Así, la Eucaristía, es algo que recibimos pero al mismo tiempo es algo que damos. "Haced esto" y no "recibid esto" "agradeced esto" en mi recuerdo. Recordadme haciendo lo que yo hago. Tomando el pan, quebrándolo porque así se quiebre nuestro cuerpo, y lo mismo con el vino, derramándolo como se derrama nuestra vida por la salvación de muchos.
De esta forma, la eucaristía que se hace por nosotros, en nuestro beneficio, también a través nuestro se seguirá haciendo, por nosotros, por medio nuestro, para que el mundo crea, tenga vida, para que el ansia de Dios, que puede expresarse como ansia de felicidad, de justicia, de misericordia, de compañía, de amor.... en cualquier forma una inquietud profunda del corazón humano, este ansia venga saciada.
Y quizás tan sólo con cinco panes.... no porque abunde la misericordia de Dios, sino porque abunda el gesto repetido. Y así, día a día, año a año, el Señor sigue presente cada vez que alguien quiebra el pan y la vida por vosotros y por todos los hombres.
"Sed lo que veis, recibid lo que sois" (S. Agustín, Serm 272)
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